donde este sábado obviamente privilegió el impresentable discurso de Biolcati, por lo que solo puedo leerte desde tu columna en Página, a diferencia de otros lunes que el ditorial lo dejo con la calidad de tu pensamiento acompañado de la excelencia de tu voz, y bueno será custión de esperarte apenas una semana.
Otra vez con la crispación
Por Eduardo Aliverti
¿A qué
tanto problema con el grado de irritación política que estaría viviéndose?
La ciudad
facha. Los presuntos exabruptos de funcionarios, dirigentes y algún famoso. El
escándalo por las (auto) críticas en una asamblea de Carta Abierta. Casi otro
tanto frente al paso discursivo de la Presidenta por las cercanías de Rosario.
Los hijos adoptivos de Ernestina. Las provocaciones. Los cruces en el acto de
la AMIA. El debate sobre la pobreza del proselitismo kirchnerista porteño.
Puede seguir, y hasta dejando de lado las patéticas bravatas de Biolcati y los
ya graciosos anatemas de Carrió. Es una lista intensa, atractiva. Pero hay que
medirle mejor los alcances porque, de lo contrario, puede dar idea de haberse
ingresado en un campo minado, inédito y de consecuencias imprevisibles.
En
primer lugar, es una temperatura tan declarativa como típica de las etapas
electorales: una obviedad que parecería no serlo, a estar por la sorpresa y
críticas manifestadas.
Lo caldeado del clima se da mucho más en los medios y en
el juego de los protagonistas que a través del interés popular. Expresado con
una ampulosidad que parece válida para hallar puntos de equilibrio, ¿anda medio
mundo sin poder dormir por lo que escribió Fito Páez? ¿Las masas se precipitan
angustiadas sobre YouTube para determinar la verdad de lo ocurrido en la
Biblioteca Nacional? ¿Las alternativas del caso Noble Herrera representan un
giro completo de la percepción social y el paisaje electoral? ¿Las denuncias de
estratagemas apestosas son acaso insólitas, siendo que se está en campaña?
Quizá sólo habría realmente una novedad respecto de esto último, si avanza la
confirmación de cómo se las gastó el macrismo, desde una “encuesta” telefónica,
para escaldar a Daniel Filmus. Primero, porque no se recuerda algo igual de
repugnante que de falaz. Y después, porque cuesta creer que el amigo Durán
Barba haya sido tan torpe. ¿O es al revés? ¿O es que la sensación de impunidad
absoluta del gobierno porteño, entre otras cosas gracias a su malla de
protección mediática, llegó al punto de permitirse descuidar lo burdo y
judiciable de semejante maniobra? ¿O es que, aun así, confiaron en que a “la
gente” le importaría tres pitos la denuncia, porque esa gente que los vota no
tiene en cuenta aspectos morales?
Por lo
demás y así como no es cuestión de negar lo impactante de ciertos disparadores,
tampoco debe rechazarse su consideración. Nadie dice que los temas mencionados
carezcan de interés. Sí, que debería enfocárselos de otra manera. Atendamos lo
contradictorio de algunos análisis. Carta Abierta se prestó a un duro debate o
marcaje internos, que quedan al margen del “recorte” hecho por la prensa
ultraopositora. En efecto, lo dicho fue segmentado.
Pero que se dijo lo que se
dijo es irrebatible. Se punteó buena parte de lo que todo el arco político y
politizado, empezando por el propio kirchnerismo, ya decía en plena campaña de
la primera vuelta: que faltó garra, que falló la militancia o los objetivos en
que debía concentrarse, que no hubo conducción unificada, que los medios y
programas afines se pasaron de excitabilidad pro K.
¿Cuál es el drama? Visto
desde los valiosos bríos intelectuales que se aglutinan en Carta Abierta, y
aunque pueda discutirse si era el mejor momento para dejar los trapos al sol,
¿qué sentido tiene repudiar el tratamiento dado a la reunión por el adversario
mediático, en vez de reivindicar que son un lugar que no renuncia al
pensamiento crítico y que justamente es eso lo que los diferencia del discurso
único de la vorágine contrera? Y visto desde ésta, ¿no era que el kirchnerismo
es incapaz de señalarse errores, de enmendar tácticas y estrategias, de no
someterse a dictados verticales? ¿Cuando lo hace solamente es el reflejo de que
está en medio de un problema serio, y no de la capacidad de revisarse?
La
Presidenta pasó por Santa Fe y apuntó a que la provincia, con su impresionante
potencial productivo, crece menos que el resto. ¿Es correcto o no?
¿La única
respuesta que se merece es decir que eso “no les hace bien a los santafesinos”
o dejar que las cifras sigan de largo para ensimismarse con el significado de
otra de las fantasmales apariciones del Menem blanco? Una víctima del atentado
en la AMIA, desde el micrófono de la jornada aniversario, les pone nombre y
apellido a quienes sindica como cómplices o co-responsables de la ausencia de
justicia. ¿No es ésa la lógica requerida para intentar que “impunidad” no sea
un concepto vacío? ¿La afectación a la memoria de muertos y vivos transita por
si Sergio Burstein opera para el Gobierno, en reemplazo de refutar sus
acusaciones?
Notable: quienes retrucan espantados la alocución del familiar,
adjudicándole tinte político, ensalzan la reacción indignada del rabino Bergman
y reproducen el método que impugnan. Si el que objeta es acusable de
favoritismo oficial, es un asqueroso que se extravió en una manifestación
llamada al recogimiento. Pero si quien protesta es un diputado macrista electo
que no se preocupó por desmentir su convocatoria a “enterrar” la causa AMIA;
que participa de una fuerza con un detenido por encubrir el atentado, no es una
acción política. No, es simplemente un asceta encrespado.
Por favor, tengan
algún gramo de seriedad. El mismo que debiera valer para no animarse a exigir
que las Abuelas pidan perdón. ¿Once años embarrando la cancha y ahora deben
disculparse los demandantes del procedimiento obvio, esquivado hasta concluir
en un sospechoso cambio de timón de la noche a la mañana?
Lo
antedicho testifica que son susceptibles de buena polémica los desafíos de la
agenda mediática. Y al fin y al cabo, es de lo que debe preciarse un régimen
democrático. Calentura, apasionamiento, desbordes, bajezas; incluso operaciones
de prensa, para que después rezume.
Veámoslo por la contraria. ¿Por cuál
alternativa a eso construyen simbolismo los militantes de la anticrispación?
Por la de callarse. Y no levantar olas que hieran su comodidad de clase,
pecuniaria o mental.
Y que no haya siquiera una décima de embate contra los
poderes corporativos. Militan por la figuración de propender a una porfía que
en verdad los jode. Con Menem estaban mejor. Con los milicos estaban mejor.
Esta cosa desprolija pero provocativa que nació en 2003, o tal vez antes pero
desarrollada desde entonces, los incomoda severamente. No la entienden, no la
esperaban, no se la bancan. Y, lo peor, no aciertan a encontrarle la vuelta ni
tienen la dirigencia política que lo haga.
Un grupo comunicacional por aquí,
una aristocracia agropecuaria por allá, unos espasmos tilingos más allá, una
burguesía berreta más acá, casi siempre tuvieron a los gerentes indicados para
hacer el laburo sucio de que la impotencia argentina se endilgara a “los
políticos”. Hoy no. Están en dificultades. Y entonces saltan esos mandobles
nada más que mediáticos, incapaces –por ahora, quede claro– de trasuntar en
algo que los represente como otrora.
Bienvenida
la crispación, mientras sea como producto de que por fin hay materias
importantes en disputa y no como maquillaje.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-172992-2011-07-25.html
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