Fanny Jabcovsky, más conocida como Fanny Edelman
nació el 27 de febrero de 1911 en la provincia argentina de Córdoba y militaba desde hace 76 años en las filas del Partido Comunista de la Argentina.
Su
rostro fresco y su mirada azul, cargada de antiguas dulzuras, como su
hablar pausado, no parecen coincidir con la historia de esta mujer de 93
años, que durante 70 años de militancia comunista vivió y participó de
los mayores acontecimientos del mundo en el siglo XX. Fanny Edelman,
nacida en 1911, se integró a la militancia muy joven, es miembro del
Comité Central del Partido Comunista Argentino (PCA), secretaria de la
Federación Internacional Democrática de Mujeres (Fedim) y voluntaria en
la Guerra Civil Española, entre otras actividades. En aquellos años,
compartió días con María, la admirada militante de sus historias, cuyo
nombre conoció mucho después: Tina Modotti. Fue impactada por la
belleza, fuerza y personalidad de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, y la
modestia y honestidad de Antonio Machado y tantos otros nombres
imposibles de incluir en esta entrevista. Figuras que siguen desfilando
ante sus ojos y su prodigiosa memoria.
Como
debía ser, la entrevista comienza con el nuevo episodio de la increíble
leyenda en que se ha convertido la vida y la muerte de Eva Duarte de
Perón, "Evita" para los millones que la amaron.
Seguramente que la
legendaria Evita no pudo imaginar nunca que el sudario que cubrió su
cadáver, llevado y traído en una saga de odios, amores y muertes, haya
estado casi 10 años escondido y custodiado en la sede del PC de
Argentina, un partido enfrentado al peronismo en su tiempo. "En un
sótano, disimulado entre cajas y libros, el tan preciado símbolo para
sus seguidores fue mantenido oculto y rodeado por el secreto. Para
nosotros mantener el sudario de Evita y defenderlo de caer en manos de
sus feroces enemigos, fue un tema de solidaridad. La historia de lo que
sucedió con Evita y su cadáver muestra lo que luego fue la dictadura. La
desaparición de ese cadáver, en un esquema de acciones tan perverso y
retorcido, aún asombra al mundo. Se mantuvo así el secreto absoluto y
sólo dos personas nuestras sabían del sudario y otros objetos
escondidos.
Incluso esto salió a luz pública no por nosotros, sino por
una información que llegó desde afuera, cuando ya habíamos puesto todo
en manos de sus dueños naturales", relata Fanny pausadamente. El
empresario peronista Mario Rotundo, solicitó ayuda en 1994-95, ante el
temor de que el sudario y otra cantidad de objetos que pertenecían a Eva
Perón le fueran arrebatados y robados por los hombres del ex presidente
Carlos Menem (1989-1999). Intermediarios entre Rotundo y Jorge Kreynes,
dirigente del PC, fueron el abogado Eduardo Barcesat y Carlos Imiscoz
dirigente ya fallecido del movimiento de jubilados.
-Esta
historia parece seguir la increíble saga de la vida de Evita. Usted era
muy joven cuando el primer gobierno de Juan Domingo Perón. ¿Cómo
recuerda todo aquello?
-Yo
estoy estudiando a fondo la figura de Eva. Ella tuvo una influencia
extraordinaria. Su condición de clase y la situación de haber sido hija
ilegítima, como se decía antes, su odio a la oligarquía, el hecho de que
su familia sufriera tantas humillaciones por parte de una clase que
había humillado a los pobres siempre, marcó su vida y su acción. Ella
creó la rama femenina del peronismo, y aunque todo tenía un tono
autoritario, se realizaron trabajos sobre reivindicaciones concretas:
vivienda, salario, protección a la infancia, lo que provocó un
movimiento nacional muy significativo.
La virtud de Eva fue trabajar
sobre la falta de conciencia política de una gran masa humana que
ingresó por primera vez al trabajo. Al desarrollarse la industria
liviana, millones de trabajadores tuvieron un trabajo por primera vez
viviendo también bajo un régimen de asistencia social. Yo no me
atrevería a hacer definiciones profundas sobre el fenómeno del
peronismo. Hay mucho que estudiar todavía.
Decir que el peronismo era
nazifascista era una caracterización muy gruesa. Había elementos sí y
nosotros creemos que había una concepción muy autoritaria, no se podía
aceptar disenso. Por nuestra parte también hubo posiciones extremas sin
profundización del tema. Fuimos víctimas de persecución y eso nadie lo
puede negar, pero esto fue modificándose con el tiempo.
-¿Qué la llevó a ingresar en su juventud al Partido Comunista?
-Cuando
era muy joven me golpeó muy fuertemente ver la película El acorazado
Potemkin. Mi padre era rumano y mi madre rusa y habían salido huyendo de
los progroms zaristas. Ellos no eran políticos, sino libre pensadores,
más bien anarquistas. Mi madre nos dio una gran libertad y esa confianza
marcó mi vida. Yo quería estudiar medicina pero en esos tiempos sólo
los varones estudiaban y las mujeres estábamos en segundo plano.
Entonces estudié música en el Conservatorio Nacional para componer, pero
todo se truncó. Vivimos un tiempo muy difícil, de gran precariedad
económica. Viviendo en Buenos Aires -yo nací en Córdoba- comencé a
relacionarme con artistas y escritores en el barrio, y a través de ellos
conocí a mi compañero Bernardo Edelman, del Partido Socialista (PS).
Bajo su influjo comencé a militar.
-¿Cómo vivió el golpe de Estado del año 30?
-En
esos momentos no pude dimensionar lo que significaba el golpe de Estado
del general José Evaristo Uriburu, quien destituyó al presidente
Hipólito Irigoyen. Pero había sucedido ya la movilización militar contra
una gran huelga ferroviaria en 1917 y la represión y matanza de los
obreros en lo que se llamó la Patagonia Trágica y los metalúrgicos de
Vasena. Incomunicado con el pueblo que lo había elegido, Irigoyen cayó
ante el golpe militar fascista que inauguró 50 años de golpes de Estado.
La resistencia popular no cedió entonces, alentada por la crisis
económica. Las medidas represivas de Uriburu marcaron la vida del país
hasta ahora.
-¿Esto marca los antecedentes para lo que vendría después?
-Sin
esta historia así rápidamente contada no se puede entender todo lo que
vino después. El PC había logrado editar el periódico Bandera Roja y su
director Héctor Agosti estuvo detenido entre 1934 y 1937. En ese
entonces fue importante la existencia de Socorro Rojo, organización
comunista de nivel internacional de solidaridad con los presos políticos
y gremiales y allí conocí a Alcira de la Peña, emblemática dirigente
comunista, y otros, y comencé a visitar las cárceles y a los familiares
de los presos, reuniendo dinero para las familias. Con el ingreso a
Socorro Rojo estuve cerca de las luchas obreras y políticas, las grandes
huelgas y las acciones de comunistas y anarquistas con una
extraordinaria participación de mujeres.
-Dentro de ese escenario en Argentina ¿cómo llega a la Guerra Civil española?
-En
1936 me casé con Bernardo y nos volcamos al movimiento de solidaridad
con España. En Argentina se produjo una enorme movilización de
solidaridad con la República Española. Un día Bernardo llegó con la
noticia de que un grupo de compañeros pensaba alistarse en las Brigadas
Internacionales para ir a combatir a España y yo decidí acompañarlo.
Fueron tan fuertes aquellos momentos que relatar esto me llevó muchas
páginas en mi libro de memorias Banderas, pasiones camaradas. Mi vida en
España fue una experiencia trágica y hermosa a la vez.
-¿Cómo recuerda aquellos momentos?
-Varios
amigos me ayudaron con el pasaje y viajamos en tercera clase del barco
Olimper en 1937 junto a un grupo de españoles, italianos y otros. En 30
días íbamos a estar en Amsterdam, pero no puedo dejar de mencionar que
cuando llegamos a Río de Janeiro en tránsito hubo una enorme conmoción,
porque vimos en la primera plana de los periódicos la foto del dirigente
brasileño Carlos Prestes cuando lo llevaban a un tribunal militar.
Había dirigido un heroico levantamiento y marcha en 1935 en su país.
También Rodolfo Ghioldi, de nuestro partido en Argentina, que lo
acompañaba en su acción, era llevado en confinamiento a la isla Fernando
de Norhona. La figura de Prestes marcó la historia de Brasil.
-¿Encadenamientos de hechos que marcarían la historia del mundo?
-Sí,
es cierto. De Amsterdan fuimos a París, donde estuvimos con el Socorro
Popular Francés y la delegación de la República Española. Recuerdo
entonces que fuimos a la Exposición Universal, y vimos allí el cuadro
Guernica de Pablo Picasso que presidía el pabellón de la República
Española y que reflejaba el brutal bombardeo de la Legión Cóndor alemana
el 26 de abril de 1937 sobre la pequeña ciudad del país Vasco que
provocó la muerte de miles de sus habitantes. De París fuimos a
Perpignan para resolver problemas de documentos y luego a Crebere, la
última ciudad francesa.
No olvidaré nunca el trayecto desde allí hasta
Port Bou, Cataluña. A nuestro paso en el tren, muchos campesinos
levantaban las guadañas con que segaban el trigo para saludarnos, y
nosotros llorábamos. Allí en Barcelona comenzamos a vivir la guerra. Al
principio vimos toda la gente en las ramblas colmadas y parecía que no
pasaba nada, pero rápidamente las alarmas advirtiendo los bombardeos nos
llevaron a la realidad. Fuimos a Madrid, donde un bombardeo -del que
nos salvamos milagrosamente- destruyó el Socorro Rojo y de allí a
Valencia, donde estaba el gobierno de la Republica, a hacernos cargo de
nuestras tareas. Estábamos en el terreno donde se libraba una batalla,
no sólo contra el enemigo interior sino contra la intervención directa
de Alemania e Italia: Bernardo como corresponsal de Nueva España y yo en
el Socorro Rojo.
-¿Cómo se vivía a nivel popular aquel momento?
-Eso
era lo más inolvidable. Vimos aquel pueblo que con o sin armas,
descalzos o con alpargatas, sin alimentos muchas veces, estaba allí
resistiendo, defendiendo a su patria invadida. Vimos campos
ensangrentados, ciudades destrozadas por los bombardeos, mujeres y niños
asesinados en los caminos. Las obras de arte, símbolo de una cultura
que en su época de oro asombró al mundo arrasadas o entregadas por los
facciosos al enemigo en retribución de servicios.
-¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes en España? y aunque es difícil preguntarle ¿a quiénes recuerda más cercanamente?
-Dos
años estuvimos allí. Y fueron tantas las bellas personas con las que
compartimos la vida en aquellos momentos límites de la guerra que es
difícil olvidarlas. Hay nombres: Amparo, Conchita, Matilde Landa,
apasionada militante que fue fusilada después por los franquistas.
Difícil olvidar al comandante Carlos del quinto regimiento que estaba
con nosotros y junto a él María, mujer excepcional, fina, de apariencia
frágil, valiente, generosa. Mucho tiempo después supe su nombre: nada
menos que Tina Modotti.
Con ella me unió una fuerte amistad,
inolvidables charlas. Salíamos juntas de nuestro alojamiento en la Calle
Conde de Carlés, hacia la Sede del Socorro Rojo, en la calle Márquez de
Montornéz y regresábamos, un poco amparándonos una a otra, tomadas del
brazo y yo enmudecía ante la lucidez de aquella mujer con tanta valentía
y sensibilidad. Extraordinaria fotógrafa que luego debió sufrir tanto
cuando mataron a su compañero Juan Antonio Mella. Todo eso lo seguí yo
desde lejos. Ella amaba México profundamente. Nosotros pudimos ver de
cerca el rostro de lo que era la República y de aquella guerra.
Anduvimos entre los campesinos y en la zona industrial en Cataluña,
entre estudiantes e intelectuales.
Quiero destacar en este recuerdo la
acción cultural de Rafael Alberti, Teresa León y León Felipe, que
llevaron la cultura a los niveles más populares. Hicieron lo que antes
había hecho Federico García Lorca. Iban con carretas haciendo obras de
teatro, en las escuelas en los campos. Hay tanto que decir sobre todo lo
que se hizo a pesar de que muchos países ayudaron al dictador Francisco
Franco. Fue una traición terrible ayudando a los ejércitos de Hitler y
Mussolini frente a los que ayudaron a La Republica, como México y la
Unión Soviética. Yo digo que si en esa guerra hubiera triunfado la
República Española no hubiera habido una Segunda Guerra Mundial.
Mujeres, las grandes protagonistas
Fanny
Edelman continúa activa políticamente. Trabaja en el tema de mujeres y
en la solidaridad. Ha estado detenida varias veces a lo largo de su
historia y pasó gran parte de su vida joven en la clandestinidad. Esta
veterana militante del Partido Comunista Argentino, participante en la
Guerra Civil Española, señala en entrevista con La Jornada que en
Valencia conoció a grandes figuras del movimiento revolucionario
mundial. "Valencia no escapó al crimen. Recuerdo un día de sol brillante
cuando un alud de metrallas cayó sobre la gente que salía del trabajo.
Corrimos a recoger a los heridos y dentro de tanto dolor era increíble
la valentía con que actuaban todos. El poeta Antonio Machado había
convocado a la campaña de invierno de 1937 para reunir abrigos,
alimentos y medicamentos para los combatientes. Fui designada para
dirigirla en el Socorro Rojo. Y toda España respondió.
Curiosamente, en
medio de aquella guerra cruel, estábamos siempre renaciendo ante lo que
sucedía alrededor. Recuerdo que fuimos con Bernardo al pueblo de
Roquefort, muy cerca de Valencia, a ver al poeta Machado, donde vivía
con su madre, en una humilde casa pintada de blanco. Era de una humildad
conmovedora y se advertía la profunda identidad con su pueblo y su
rechazo visceral al fascismo. Creía en la victoria de la República y no
sospechaba en ese momento que la contrarrevolución estaba en marcha con
una fuerza temible. Fue en Valencia donde conocí a grandes figuras del
movimiento revolucionario mundial, a los jefes más reconocidos del
ejército popular, a los combatientes maravillosos y a las valientes
Mujeres de la Unión Antifascista Española".
-¿Conoció a Dolores Ibarruri, La Pasionaria?
-Sí.
Mi primer recuerdo es de cuando la vi en el segundo congreso de esta
organización realizado en Valencia. Era una mujer muy bella, alta,
vestida de negro, que impactaba, y su voz ardiente y su discurso
estremecían a todos. En ese entonces la vi de lejos. Luego la conocí y
estuve con ella en el año 72 en el congreso de la Federación
Internacional Democrática de Mujeres (Fedim). Su vida ya es parte
indisoluble de la historia del siglo XX, de las victorias y derrotas del
movimiento popular. Y, ¿cómo no evocar al gran poeta Miguel Hernández,
detenido cuando iba a buscar a su mujer Josefina, a Manolín, que aún
estaba en el vientre de su madre? Lo mataron como a Federico García
Lorca, y antes de ser asesinado por el franquismo escribió en una pared
de su celda: "Adiós hermanos y amigos, despedidme del sol y de los
trigos". ¿Cómo podría yo olvidar esos días, esas figuras?
-¿Y cómo fue cuando la guerra llegó a Valencia?
-En
diciembre de 1937 el enemigo estaba por lanzarse de nuevo sobre Madrid y
el ejercito popular inició una ofensiva sobre Teruel, conquistándola, y
festejamos aquella victoria. Fue un día de alegría, pero ya en marzo de
1938 la ofensiva fascista quebraba el frente en su proyecto de dividir
España en dos y la sombra de la traición avanzaba. Se decidió que
debíamos abandonar Valencia hacia Barcelona en la noche.
Ibamos con los
faroles apagados mientras los bombarderos pasaban sobre nuestras
cabezas. Fue un viaje interminable e inolvidable. Había que aumentar la
actividad del Socorro Rojo en Barcelona. La Barcelonet, un barrio
obrero, fue bombardeado brutalmente en esos días y en una escuela,
objetivo de los fascistas, murieron decenas de niños. El gobierno no
tenía cómo responder, pero mientras la población desesperaba un día
domingo, recuerdo que un avión lanzó volantes anunciando que venían
defensas.
Unos días más tarde vimos aparecer dos cazas soviéticos
sobrevolando la ciudad y todos nos abrazábamos y reíamos. Fueron
momentos increíbles. Las traiciones fueron tan terribles como los
enemigos. Hay tanto aún para hablar de aquellos días que no alcanzarían
las páginas. El dolor del regreso fue también inmenso, porque dejábamos
atrás lo que tanto habíamos amado. Después fuimos conociendo la suerte
de muchos de nuestros compañeros, en esa gran cárcel en que se
transformó España bajo Franco.
-Usted viajaba también en esos tiempos para buscar apoyos.
-Viajaba
continuamente entre España y Argentina. En Francia funcionaba el Comité
de Solidaridad con España y allí confluía toda la ayuda. Yo debía
organizar el tema de presos y refugiados y trabajar con la organización
de solidaridad en Chile y Uruguay. Así llegaron aquí unos mil
refugiados. El que organizó todo eso con nosotros fue Pablo Neruda. Lo
conocí en las Jornadas Solidarias en Buenos Aires. Era hosco, más bien
callado, quizá porque era tímido y, a pesar de su voz monótona, cuando
recitaba sus poesías todo se transformaba. Por Argentina habían pasado
personajes maravillosos como García Lorca, a quien habíamos visto en el
escenario del teatro Avenida. Cuando lo mataron fue terrible para todos,
pero para el pueblo español fue una tragedia. El era un incansable
luchador y dejó una obra apasionante. Hubo unos 500 argentinos que
lucharon en la guerra civil española.
-Luego usted trabajó para sacar a los refugiados.
-Sí,
fue una historia muy importante en nuestras vidas. Nada fue lo mismo
después. Seis meses después de la caída de la República Española, el
bárbaro ataque nazi contra Polonia daba inicio a la Segunda Guerra
Mundial. Tuve a mis hijas y también trabajamos en solidaridad en los
frentes antifascistas y con los aliados en la Segunda Guerra Mundial. No
me olvido los festejos del día en que terminó la guerra. Argentina
empezó otro periodo de golpes de Estado y fuimos a la clandestinidad.
Habitábamos casi siempre en la clandestinidad en una vida ilegal muy
difícil para los hijos.
-Y en la organización de mujeres, ¿cuándo comenzó?
-Ya
estaba trabajando con las mujeres y en 1972 en esa reunión donde estaba
Dolores Ibarruri fui designada secretaria general de Fedim. Allí nos
juntamos las mujeres que habían estado en campos de concentración,
guerrilleras, obreras, trabajadoras campesinas de toda Europa que se
organizaron. Recuerdo a Marie Claude Vaillant Couturier, Eugene Cotton, a
quien se concedió en Francia el título de caballero de la legión de
honor. Mujeres de la resistencia contra el nazismo. También a Zoia
Dragoicheva, guerrillera búlgara que se había salvado por la
movilización de dos condenas a muerte.
Luego me impactó mucho también
Angela Davis, a quien conocí en el Congreso Internacional de Mujeres en
Berlín, en 1975, tan inteligente y valiente; a Anahita Natabzad,
fundadora y presidenta de las Mujeres, la primera médica y
parlamentaria, en un país que hasta 1978 estaba bajo un yugo monárquico y
feudal. Me pregunto qué habrá sido de aquellas mujeres después de toda
la tragedia que vivió y vive Afganistán. Las mujeres luchaban y luchamos
por la reivindicación de los derechos de trabajadores, intelectuales,
artistas, jóvenes, pacifistas y feministas y realizábamos acciones
contra las guerras.
Conocí a mujeres extraordinarias de todo el mundo y
más cercanamente a nuestras revolucionarias latinoamericanas. Una figura
inolvidable para mí es Vilma Espín. La recuerdo cuando la fui a ver al
ex cuartel de las tropas de Batista convertido en escuela. Era julio de
1959 y ella estaba parada esperando en la puerta. Era una mujer muy
bella e inteligente y trabajó duramente con nosotras y los recuerdos se
entrecruzan. La figura de Espín es inolvidable para mí, como las
combatientes en Centroamérica y otros lugares. Las mujeres vietnamitas
ex combatientes tenían una presencia que impresionaba. Dimos grandes
pasos en aquellos congresos.
-¿Dónde la encontró el triunfo de la revolución cubana?
-Estaba
ese 31 de diciembre de 1958 festejando lo que iba a ser la llegada del
59 en casa de Eduardo Alemán, un ministro demoprogresista, y su esposa,
que eran muy amigos de nosotros; allí estaba también el poeta cubano
Nicolás Guillén, asilado aquí. Estábamos escuchando la radio y, cuando
suenan las 12 campanadas, el locutor anunció que ha triunfado la
revolución cubana justo cuando empieza el nuevo año. ¿Se imagina ese
momento con Guillén allí? Lágrimas e incredulidad: había caído el
dictador Fulgencio Batista y otra historia increíble comenzaba. Guillén
era encantador, siempre con una enorme chispa y una gran pasión por su
país.
-¿Recuerdos de aquellos viajes y congresos?
-Viajé
por todos los países con la Fedim. Hicimos seminarios en América
Latina, en Asia, en Africa. Pienso ahora en el presidente Salvador
Allende, cuando vino a una reunión de mujeres en Chile y allí nos
advirtió que se preparaba un golpe de Estado. Neruda mandó un mensaje a
esa reunión, en el cual decía que Chile podía ser un Vietnam. En ese
momento nos impresionamos profundamente, pero creo que nadie imaginó
hasta dónde iba a llegar la tragedia de Chile y de toda la región.
-Usted habla mucho, con gran cariño, de Prestes.
-Fue
un gran amigo y compañero. Entre las noticias terribles de la guerra en
julio de 1941 nos enteramos de la absolución de Luis Carlos Prestes,
condenando a 40 años de cárcel. Jorge Amado, el escritor brasileño que
también estuvo asilado, lo llamaba "el caballero de la esperanza", y
recordaba aquella columna de Prestes, de soldados, obreros, campesinos,
escritores tenientes capitanes; aquel levantamiento, que está en la
historia de nuestros movimientos revolucionarios. Su esposa, Olga
Benarios, era alemana y nadie olvida que fue sacada de la cárcel y
entregada a la Gestapo en Alemania. Olga fue asesinada después de nacer
su hija Anita en un campo de concentración, y la madre de Prestes libró
una batalla política y diplomática para que le entregaran a su nieta.
Fue emocionante la lucha de Prestes para volver a reunirse con su hija,
ya que pasó años en el exilio.
-¿Conoció al Che Guevara?
-Al
Che Guevara lo conocí muy fugazmente cuando presidía el Banco Central
en Cuba. Guardo una imagen imborrable de su rostro muy hermoso, un
rostro de Cristo, una mirada imposible de olvidar. Cada una de sus
palabras reflejaba su talento y sensibilidad. Era como un agua pura.
Debo decir que un enorme daño nos había causado el desencuentro entre
nuestro partido con el Che, con Fidel, en un primer momento, y con
ellos, con el más grande acontecimiento histórico de nuestra América
después de la guerra por la independencia. Un proceso crítico y
autocrítico vivido después en el 16 congreso partidario dejó atrás las
desviaciones y recuperamos al Che, uno de los principales inspiradores
de nuestro cambio. El desencuentro no había impedido la solidaridad con
la revolución cubana.
Y podría hablar horas de Fidel Castro, con quien
hemos compartido tantos momentos. Otra figura extraordinaria que
recuerdo es la de Amílcar Cabral, figura maravillosa del movimiento de
liberación de Guinea Bissao y las islas de Cabo Verde, además de uno de
los grandes teóricos de la Revolución Africana. Viví con él y su
compañera Ana María momentos inolvidables.
¿Qué puedo decirle: estuve en
Asia, en Africa, en China, en casi toda América Latina y el Caribe. He
conocido mujeres maravillosas, trabajadoras, mineras, cineastas,
campesinas, todo lo he visto en tantos años de mi vida, en un siglo y lo
que va del otro. Siento orgullo de ser del país donde surgieron las
Madres de Plaza de Mayo y mujeres tan luchadoras como las que ahora
están en las calles. La nueva resistencia latinoamericana tiene a las
mujeres como grandes protagonistas. Sólo puedo decir que, si estoy
escribiendo y recuperando esa memoria que es de todos, lo hago abriendo
mi corazón para reafirmar todos mis sueños y mis utopías. Y que en todo
me mueve el amor.

Fany lleva encima todas las batallas del siglo XX. Las ganadas y las
perdidas. Los triunfos en San Petersuburgo, Pekín y La Habana; en
Sofía, Praga y Berlín o sea los de la Revolución de Octubre en la Rusia
Zarista del 17, en la China milenaria de 1949 y en nuestra Cuba del 1º
de Enero de 1959 y todos los que se lograron al fin de la Segunda Guerra
Mundial y un poco más…. Pero también carga con las dolorosas derrotas,
porque todas las derrotas son dolorosas aunque algunas tengan ese tinte
prístino de la dignidad como la de la España Republicana donde Fany
aportó a las Brigadas Internacionales y otros el pesado fardo de haber
caído sin pena y sin gloria como aquellas de las que no se conoce un
solo mártir, en algunas ni siquiera un herido, porque nadie resistió la
caída de los gobiernos burocratizados, alejados de los pueblos y
dedicados a competir con el capitalismo en el consumismo y la carrera
armamentista.
Una vez, todavía antes del período especial, preguntaron en Cuba que
sabía la gente sencilla sobre el comunismo y el socialismo. Sobre el
comunismo no hubo muchas respuestas pero sobre el socialismo hubo
muchas, acaso la más inteligente fue la de una campesina que dijo que el
socialismo será cuando todos los hombres sean como el Che. Fijense que
no dijo que el socialismo será cuando todos los hombres tengan buena
casa y acaso auto y hasta una computadora y seguro que internet; sino
que dijo cuando todos los hombres sean como el Che.
Yo no se cómo será el socialismo en la Argentina, pero seguro que si
todos los militantes nos inspiramos en Fany, en su convicción miiltante,
en su cultura política antifascista y socialista, en su voluntad
unitaria y su apertura de pensamiento, seguro que la izquierda argentina
sería un poquito mejor de lo que es, y estaríamos más cerca del
horizonte.
Fuentes :
www.latinoamerica-online.it
(José Ernesto Schulman, escritor y secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre)
http://cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com/